miércoles, 15 de junio de 2011

Simón Bolivar

He nacido en Caracas en el año 1783. Nací en una acomodada familia criolla de origen vasco, establecida en Venezuela a finales del siglo XVI. Huerfana a muy temprana edad, quedé al cuidado de mi tío Carlos Palacios, que me condujo como interno al hogar de Simón Rodríguez, director de la escuela de primeras letras de Caracas, quién se convirtió en mi principal maestro y amigo.

En 1799 abandoné el ejército, con el grado de teniente, y tras una breve estancia en México, viajé a España.

Yo inicié una nueva etapa en la historia de América. Consciente de que la independencia de Venezuela no podía lograrse como obra aislada, trabajé incansablemente por la unión de los países hispanoamericanos. Mi objectivo último fue conseguir la unidad de los americanos de todas las razas, clases y condiciones sociales. Di a la independencia una dimensión de universidad, al concebirla no sólo como un proceso de liberación nacional, sino como una lucha de la razón contra la tiranía.

Soy un héroe induscutible de la independencia americana, además de un hábil militar que conseguí brillantes victorias, fui un reformador social y político que puse todo mi empeño al servicio de una cosa: hacer de la América hispana una única nación soberana.

La guerra de 1811-1812 con la derrota de las tropas independentistas, la capitulación de Miranda ante el jefe español Domingo de Monteverde y la huida de Bolívar. Miranda fue entregado a los españoles y murió en la cárcel de Cádiz en 1816. Yo me traslade a Curaçao y de allí a Cartagena de indias, recintemente liberada del dominio español, dónde escribió su Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño (noviembre de 1812), en la que analizaba las causas de la derrota sufrida por la primera república venezolana, a la que acusaba de <>.

miércoles, 8 de junio de 2011

Leandro Fernandez de Moratin

Leandro Fernández de Moratin


Nací en Madrid en 1760, fui de noble familia asturiana. Mi padre era el poeta, dramaturgo y abogado Nicolás Fernández de Moratin y mi madre Isidora Cabo Conde. Me críe en un ambiente donde eran frecuentes las discusiones literarias, pues mi padre Nicolás fue un hombre dedicado a las letras. A mis cuatro años, enferme de viruela, lo que afectó gravemente mi carácter, volviéndome muy tímido en muchos sentidos. No curse los estudios universitarios porque mi padre estaba en contra, y comencé a trabajar como oficial en una joyería.

A los diecinueve años, en 1779, ya había conseguido el accésit de poesía al concurso público convocado por la Academia. En 1782 ganaría el segundo premio con su Lección poética. En 1787, y gracias a la amistad de Jovellanos, emprendo un viaje a París en calidad de secretario del conde de Cabarrús, entonces me ponen a cargo de una misión a París. La experiencia fue muy provechosa para mi apresurada edad de escritor. Vuelto a Madrid, obtuve el primer premio mi gran éxito con la publicación de la sátira La derrota de los pedantes. El Conde de Floridablanca me hace entonces de la merced de un beneficio de trescientos ducados, y luego de esto me ordena la primera tonsura, requisito indispensable para poder disfrutar del beneficio. A poco de llegar Godoy al poder logre la protección del favorito, que me ayudó a estrenar las comedias y aumentó mis ingresos con otras sinecuras eclesiásticas.

Durante cinco años viaje por Europa, regresando a Madrid en 1797 para ocupar el cargo de secretario de Interpretación de Lenguas, que me permitió vivir sin apuros económicos.

En 1808, a la caída de Godoy, tome partido por los franceses y logre ser nombrado bibliotecario mayor de la Real Biblioteca por el rey José Bonaparte. A partir de entonces fui tachado de "afrancesado", por lo que hubo de refugiarse en Valencia, Peñascal y Barcelona al producirse el cambio político.

Siempre me dedique a la poesía y el teatro en el sentido amplio de la palabra. A mi condición de autor teatral hay que añadirle otros aspectos menos conocidos, pero que fueron tan importantes para mi como éste y me ocuparon a veces más tiempo, esfuerzo y dedicación que estas propias obras. Logre ser uno de los fundadores de la historiografía teatral española. Sus Orígenes del teatro español, obra que dejó inédita y que fue publicada en 1830-1831 por la Real Academia de la Historia, ya como uno de los primeros estudios serios y documentados del teatro español anterior a Lope de Vega. Es también de gran interés el «Prólogo» a la edición parisina de estas obras en 1825, en donde tuve que resumir, desde una perspectiva clasicista la historia del teatro español del siglo XVII. También como un activo impulsor de la reforma teatral de mis tiempo. Relacionándome con los círculos del poder que estaban interesados en esta reforma y como heredero de las ideas de mi querido padre, no deje de promover una renovación de toda la estructura teatral vigente en la España de esta época.

miércoles, 1 de junio de 2011

martin el empecinado

MARTÍN DIEZ, JUAN ("EL EMPECINADO")


Tengo el temor por lo que he visto de los procedimientos de la Junta Central, en la distribución de sus fuerzas no considera tanto la defensa y las operaciones militares cuanto la intriga política y la consecución de tribales objetivos políticos.

La Junta central fue incapaz de prever con regularidad el ejército, para ello no bastaban los manifiestos del poder del pobre poeta; Quintana por otra parte,para dar fuerza coactiva a sus disposiciones la Junta habría tenido que recurrir a las mismas medidas revolucionarias que había condenado en las provincias. Pero el alistamiento general sin respetar privilegios ni exenciones y la posibilidad garantizada a todos los españoles de obtener cualquier grado en el ejército fueron obra de las Juntas provinciales y no de la Junta Central. Ahora bien, si las derrotas de los ejércitos españoles fueron así provocadas por las nulidades contrarrevolucionarias de la Junta Central, esos desastres asu vez deprimieron todavía mas al gobierno, y al hacerle objeto del desprecio y las sospechas populares aumentaron su dependencia respecto de jefes militares e incapaces.

El ejército regular español, por más que derrotado en todas partes, surgía cuando menos lo esperaba el francés. Disperso mas de veinte veces , fue siempre capaz de volver a hacer frente al enemigo, y reapareció a menudo después de una derrota con mas efectivos que antes. Era completamente inútil derrotarlo,porque gracias a su rápida huida su perdida en hombres era generalmente reducida y la perdida de terreno no les desanimaba en absoluto. Retirándose desordenadamente a las sierras, estaba seguro devolver a reunirse y reaparecer nuevamente cuando menos esperado fuera,robustecido con nuevos refuerzos, capaz si no de resistir a los ejércitos franceses, si por lo menos envolverlos en un continuo movimiento y de obligarlos a dividir sus fuerzas. Mas afortunados que los rusos, los españoles no se vieron obligados a morir para intentar escapar de la muerte.

La desastrosa batalla de Ocaña, de 19 de noviembre de 1809 fue la última gran batalla en campo abierto librada por los españoles. El mero hecho de ese abandono de la guerra regular prueba la desaparición del gobierno nacional ante los centros de gobierno local. Cuando los desastres del ejército regular se repitieron, se generalizo el paso a la guerrilla, y la masa del pueblo, deprimida por las derrotas nacionales, se entusiasmo con los éxitos locales de sus héroes. En este punto por lo menos la Junta Central compartió las ilusiones populares: L Gaceta dio información mas completa de cualquier hecho de la guerrilla que de la batalla Ocaña.

Esas guerrillas dijo es Diario Militar Austriaco (Vl 1, 1921), llevan sus bases de operaciones consigo mismas, y toda operación contra ellas termina con la desaparición del operativo.

Por eso creo que la constitución de 1812 a mi punto de vista(el del Martín Díez Juan mas conocido como el guerrillero empecinado) no funcionara ya que no tienen en igual consideración el ejercito y la política ,por que da demasiadas libertades para la gente de nuestra época y por que no daran frenado el avance francés y por que no respeta los privilegios;por eso creo que no funcionara

goya

Goya


Yo soy Goya y pinté un cuadro llamado Alegoría de la Constitución de 1812.Hay algunas formas de interpretar la alegoría, la que tiene que ver con la Constitución de 1812 es: la figura central a España y al anciano que la lleva una figura de la nueva época que comienza. Según ella España, con indumentaria blanca, lleva en la mano la Constitución de Cádiz de 1812 y en la otra un cetro, que significaría la superioridad de la Constitución sobre el régimen absolutista. En primer plano se situaría la Historia, también desnuda, pues la Historia debe ser verdadera, que anota el suceso a la vez que pisa el antiguo corpus jurídico periclitado. y las ideas liberales de la misma. Según esta interpretación yo abiertamente me declaro en 1812 como un liberal convencido y lo hago explícito, sin miedo a ver peligrar mi posición como Primer Pintor de Cámara del Rey y apostando por «la Pepa» o Constitución de 1812.

Hay que recordar que este tipo de alegorías fueron abundantes durante la Revolución francesa y se relacionaban con los acontecimientos políticos que iban a imponer la soberanía nacional, los derechos del ciudadano y la Constitución como forma de gobierno más o menos imperfecta ideas a la publicación de libros que las propagaran.

En cuanto al estilo se aprecia la textura de raso de la túnica de la Verdad, en contraste con los ocres y verdes de las sombras, sin embargo las figuras alegóricas no están demasiado idealizadas. También hace juego con la sensación táctil de las plumas de la figura alada. La técnica de las pinceladas es enérgica, sin detenerse en la minucia del detalle. Los pliegues de los ropajes y las sombras, mirados de cerca, parecen fragmentos de pintura abstracta. La luz, celestial, inunda los blancos y los hace nacarados, dando a todo el conjunto una riqueza profundidad aérea .